viernes, 20 de febrero de 2009

ESTUSIASMO POR LA VIDA DE CHONO SANHUEZA

Cuando hay que multiplicar el trabajo de cortar cardos
bajo el sol de media tarde
y cuando hay que ponerse a escarbar en las estrellas
Choño, tu ya estás multiplicando el trabajo y escarbando en las estrellas.

Cuando nos ponemos la camisa más temprano,
con harinilla de cansancio en los ojos,
Choño, tu ya estás en la calle frente a nosotros.

Cuando vamos dispuestos a golpear en el paro de octubre,
Choño tu ya estás con un plano en la muralla distribuyendo los golpes.

Cuando tenemos que opinar acerca del socialismo y el poder,
Choño, tu ya nos estás hablando de los problemas del hospital de Chuquicamata.

Choño Sanhueza creció fuerte, como espiga granada
y zorzal de saltos largos.

Te perdimos de vista
porque te has puesto en la avanzada de los ejemplos permanentes.

Cuando las piedras suenen como torrentosas cascadas
y se quiebren los troncos de los sauces
y se empinen las murallas, tendremos que tomarnos de tu brazo
para lograr más equilibrio y dar más fuerte el golpe.

Te mereces un canto chileno lleno de cuerdas y sonidos de agua,
tendrá que verse el Villarrica con fumarolas
y la Avenida Matta pasada a humo de carbón de piedra,
tendrá que sentirse el bullicio del mercado
y un olor a vino insoportable,
pero tendrá que escucharse en un momento una melodía clara y simple,
profunda, precisa, emanando de la mejor madera,
con un fondo vivo de metales.

Te hemos sumado a nuestras vidas para siempre, maíz fresco.

De espuma te convertiste en mármol.

Eres zarzamora y peñasco.

¿Por qué te golpean desnudo
y te quieren ver retorcido por patadas en pleno estómago?

Yo creo que les provocas miedo en sus tropas,
al verte sienten una culebrilla fría en sus espaldas,
están asustados,
se comunican a través de sus groserías, se defienden golpeándote,
te odian porque estás mudo como ostra furiosa.

Te arrastraron a la muerte como por un callejón de población
lleno de barro y desperdicios,
en una noche negra,
donde los perros acurrucados huían de su sombra.

Se creyeron libres al ver tu muerte sabiendo que firmaban su condena.
No tuviste tiempo de escribir.
Pero, ¿cuál habría sido tu última carta?
Encontramos tu herencia en Concepción, en Marcoleta,
en República y en Arica.

Nos ponemos tu chaqueta gastada en la hora de tu muerte.
Seguro que te pusiste serio y te tomaste la cabeza,
porque querías venir al vínculo para sacar tus pequeños papeles
y entregar tu cuenta,
para sacar tus pequeños papeles y decir que había que seguir adelante,
cueste lo que cueste, cuesta arriba.

La Jota nos envió a recorrer las calles de Penco,
a echar una mirada a la Granja,
a mirar debajo de las piedras en la pampa,
a bajarse de todos los buses
y empinarse en las ventanillas de los trenes,
para entregarte un vínculo y una contraseña,
para decirte rápidamente, en los últimos instantes del abrazo,
¡que te queremos con nosotros!
¡que junto a ti necesitamos multiplicarnos mil veces mil!
que nos quedamos con tu camisa amaranto,
descolorida porque fue de las primeras.

Choño,
en esta hora de cocodrilos y ranas,
de rinocerontes y de papagayos,
nos disponemos a golpear más fuerte,
no seremos ingenuos frente al enemigo
y nos cuidaremos de las palmaditas en los hombros,
perfeccionaremos nuestra lucha recurriendo a tu nombre,
articularemos la audacia entre nuestros dedos,
seremos mejores hijos de nuestro partido padre,
destruiremos la tumba de los traidores,
levantaremos los himnos y los cantos
y nos enraizarás más al pueblo a cada paso,
vamos a golpear fuerte,
tan fuerte que tú mismo quedarás con la boca abierta
al ver salir chispas de las piedras.

Choño,
ayúdanos a hacer un temporal con nuestros brazos,
porque sólo así, mañana por la mañana,
a la hora convenida,
a la hora de los pitos en las fábricas,
del trote en los regimientos,
del bibliotecario abriendo sus estantes,
del carbón en las calderas
y la abuela barriendo la calle
podremos hacer nuestro contacto,
el vínculo es con todos,
por contraseña tienes “¡los comunistas luchan!”
la respuesta es “¡siempre!”

César Riquelme (Seudónimo de Héctor Morales Henríquez)
Publicado en Revista “Liberación”, órgano de las JJ.CC en el Exterior.

Praga, Diciembre 1981.

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