viernes, 20 de febrero de 2009

CRISIS, HAMBRE Y CESANTIA

Permítanme un comentario de carácter político en relación a un asunto bastante “técnico”. Para el desenvolvimiento regular del país, y de todos los países, la información es crítica: en un período de crisis esta necesidad se incrementa dramáticamente. De hecho dentro de los saldos que se pueden contabilizar tras estos ciclos de crisis aguda son las transformaciones en los sistemas de información.

Lo preocupante del tema es que en lo que hemos avanzado de la actual coyuntura de crisis internacional con amplia repercusión en Chile, como era de esperar, no hay signos que señalen una preocupación por levantar mas información sobre la situación económica y social, y permítanme que lo invierta “Social y económica”, para ponerla a disposición de los actores políticos del país: para el Ejecutivo y sus ministerios, el Parlamento y en particular para los gobiernos locales que son en definitiva los que viven mirándole las pupilas a la población.

No olvidemos que las promesas de más información sobre las Pymes de la primera ministra de economía, la Sra. Antonijevic, del actual gobierno, se las llevó el viento. Esa información, que nunca se obtuvo, hoy sería de gran valor, y la disponible son algunos esfuerzos que ha hecho CORFO para su consumo básicamente interno.

Pero vamos al tema duro. Para una crisis la información crítica, relevante, de primera importancia, es la que tiene que ver con los cambios en los niveles de precios, y por supuesto la información sobre empleo y desempleo.

Es claro que con los despidos masivos que se están ejecutando desde las grandes empresas, y sin saber que está pasando en materia de desempleo en las Pymes, el primer dato que a todo gobierno le debería interesar es saber como está viviendo (de verdad) la gente, que está comiendo, como están parando la olla los pobres. Algo tan simple como eso, a escala, nacional, regional y comunal no hay como saberlo. Para hacerlo corto: no lo sabe nadie. Porque esa información no existe, esa información no se levanta. El denominado IPC dice relación con una canasta abstracta que representaría a todos y no representa a nadie, provee de información muy valiosa –y de lujo- antes que nada al sector financiero, pero para las instituciones públicas responsables de los programas sociales ese dato es inútil, carente de todo valor. La razón es simple, nunca ha habido disposición política para medir los cambios en el nivel de precio de la canasta de las familias pobres. Nadie jamás (desde el Estado) ha estudiado cual es dicha canasta y cual es la evolución de los precios de dichos productos y servicios. No se miden las variaciones a los precios de esta canasta de subsistencia para las familias que viven con $300.000 y menos mensuales, muy distantes del consumo de viajes de avión y los artículos suntuarios: no se sabe, ni se sabrá, como la crisis castigará su alimentación, su vivienda, su educación, su salud, su recreación. Lo más cercano a una cosa de este tipo es una encuesta que se toma una vez cada diez años para saber los cambios en los hábitos de consumo de ese chileno abstracto y que no es nadie al mismo tiempo, para mejorar la calidad del IPC.

Pero lo mas crítico no es lo ya comentado. El tema clave es saber de verdad cuantos son los desempleados. Este comentario no apunta a la forma y la calidad de la encuesta de desempleo que realiza el Estado y su oficina especializada, en este caso el INE, el trabajo que allí se realiza es de primer nivel; otro lujo para nuestro país. Esta encuesta mide lo que mide según la metodología por la cual han optado los gobiernos de Chile. Si de un árbol de manzanas se quiere saber cuales están maduras y cuales aun deben permanecer en el árbol, todo va a depender de lo que se entienda por “madura”. En Chile se cuentan bien las manzanas.

No es responsabilidad del INE, pero ha llegado el momento que el mundo del trabajo -los sindicatos, los profesionales que trabajan estos temas, los futuros parlamentarios de izquierda, representantes de una mirada anti neoliberal, los Alcaldes y Concejales- exijan políticamente que de una vez por todas se conozca cual es el desempleo en las comunas. Es impresentable para un país en vías de desarrollo que se mantenga a las autoridades comunales ciegas de información, haciendo malabares para poder acercarse a un dato que les permita trabajar en torno a los dramas sociales que se viven en sus territorios.

Cuando los datos del desempleo oficial no están preparados a la medida del Banco Central, este tiene la capacidad de comprarle a la Universidad de Chile un estudio para su consumo, y que de buena voluntad comparte cada mes con la opinión pública. Pero los municipios no tienen a quien recurrir. A nadie. Y sencillamente se las deben batir con sus narices. Tenía razón Heráclito cuando decía “si la realidad fuera humo, pensaríamos con las narices”.

Alguien podrá, a estas alturas, pensar que en esto hay maniobra política. Es decir que habría conducta política en la información que se levanta y la que no se levanta, la que se distribuye y la que no se distribuye, la que se publicita y la que no se publicita. La respuesta es SI. Esto funda la necesidad de hacer exigencias políticas de información pertinente, no solo de calidad. A propósito del Bicentenario se está anunciando con bombos y platillos que bajo los auspicios de la Universidad Católica se publicará un libro con la historia de los censos en Chile. Hermoso estudio, apasionante, de verdad lo digo, pero no es un proyecto que responda a las necesidades de la coyuntura.

Héctor Morales H.

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