Leyendo algunas cosas en la última edición de Le Monde Diplomatique, me encontré con una nota de un dirigente estudiantil, con el cargo de Vicepresidente de la FECH. Como la nueva generación está aprobando con nota siete sus capacidades de percibir el momento histórico en el cual les ha tocado vivir, su elocuencia, su disposición a la lucha social, amalgamada de nuevas formas de movilización, muchas de ellas originales, no conocidas, a lo menos yo nunca las había visto. Era una valoración positiva de la figura de Salvador Allende, desde la izquierda. Hasta allí miel sobre hojuelas. Pero a medida que avanzaba en la lectura me di cuenta que habían variovarias cosas que no entendía a donde apuntaban; cosas como “museo de cera”, “izquierda comunista”, y otras similares para descalificar a los hijos de Recabarren.
Al final vine a darme cuenta que estaba frente a un dirigente que estaba proponiendo una izquierda alejada de todo aquello que proviniera de las luchas por el gobierno de la Unidad Popular, el proceso de Unidad Popular, su gobierno, el golpe de estado, las luchas en contra la dictadura, la lucha por la verdad y justicia de las agrupaciones de Derechos Humanos. Todo eso era –en la breve nota- pasado, añejo, digno de dejar de ser considerado y avocarse a un nuevo movimiento social y desde allí a la lucha política. Bueno en tan breve espacio su autor no tenía más espacio para explayarse y darse a entender mejor, que buscaba, por qué repudiaba lo que señalaba, los fundamentos, y las razones de su proyecto.
Después pasé a la nota de Miguel Lawner, la encontré notable y compensó ese sabor extraño que dejó en mi lo señalado más arriba.
Hice un esfuerzo por no cargar baterías de indiferencia o de expulsarlo de mi memoria. Hasta donde entiendo esta es una expresión minoritaria del movimiento estudiantil; pero allí está, existe. Ahora sentado al computador tratando de levantar una nota al respeto, no puedo dejar de preguntarme ¿por qué esta mirada de izquierda?, de derecha me quedaría claro al instante, de centro derecha, de centro izquierda, me habría revolcado el pelo pero a la fuerza me lo habría explicado; pero de la izquierda, me quita el sueño.
Se podría pensar de una izquierda que pretende tomar el cielo por asalto, sin pasar por el test de la historia. Puede ser, pero en general en la izquierda somos mucho más celosos de nuestra historia, es algo común a todos los matices de la izquierda; no quisiera detallar pero todas las expresiones trabajan mucho en relación a sus experiencias histórica. Es cosa de ver en Internet. Pero que alguien de izquierda quiera hacer esa experiencia es extraño, no me calza. La creatividad en política se desarrolla hasta por instinto. Recabarren lo hizo fundando diarios por doquier y organizar en todo lugar, en todo momento. Lafferte, lo hizo conversando con la gente en los conventillos. Luis Corvalán, escribiendo, escribiendo cada día, hasta el último de sus días. Volodia, otro tanto, conversando y escribiendo; y disertando con una retórica de oro. Allende mismo, se encontraba con veinte y le hablada a dos mil. En ese quehacer nace la política, allí se gesta, después se documenta, se acuerda, se formaliza, se comparte. Me pregunté si acaso nos ven débiles, en este momento me refiero a mi militancia en el Partido Comunista de Chile, y creen factible irrumpir con un movimiento y un partido tal que deje en el camino a este partido mío, aislándolo, asfixiándolo en sus vínculos con las masas, que a ellos le deje el camino al descubierto. Pido mil disculpa, pero eso no es muy original, de hecho en lo personal me ha resultado tremendamente doloroso ver como diputados del Partido Socialista han presentado un proyecto de ley para conmemorar cada 21 de diciembre –aniversario de la Masacre Santa María-, como el día del movimiento sindical chileno, con firmas de diputados PPD, PRSD, PDC, RN y UDI, pero sin el PC, sin la firma de ninguno de los tres Diputados Comunista. Cosas como estas resultan tremendamente desalentadoras, para alguien como yo que fui formado en el llamado del Partido Comunista a levantar una alianza estratégica, de alto valor y contenido para con el movimiento popular; la Unidad Socialista – Comunista. Con los socialistas bebíamos cerveza en Moscú y buen Ron en La Habana, estuvimos juntos en el Estadio Nacional, lloramos el asesinato de Carlos Lorca y Carlos Contreras Maluje, eran la muerte de un camarada, viajamos en las bodegas del Andalien y nos encerraron en Chacabuco, nos encontramos en el exterior; y vean hoy, han asaltado la sede del Comité Central del Partido Comunista y no han dicho esta boca es mía. Bueno, pero la razón está en la historia, el Partido de Salvador Allende recuperará sus genes. Sus genes no están en las políticas Neoliberales. Allende no ofrendó su vida en vano.
La referida nota se desarrolla bajo el encabezado “El Allende que necesitamos”. No deja de ser curioso, el propósito sería armar una figura de Salvador Allende que le calce a sus intenciones políticas. La figura que prima en la sociedad chilena según los dichos de este columnista sería “estrecha y anquilosada en el pasado”, de aquello desprende que “la izquierda comunista” estaría en un estado de desesperación. Al momento de señalar intenciones esta sería “utilizar su legado para construir hoy una alternativa genuinamente socialista”. En qué consistiría lo nuevo, lo genuino, de eso no se dice nada, ni hay pistas; por allí a unas consideraciones éticas relacionadas con el humanismo, pero aquello está general; sacar deducciones, no es posible, como esperar agua de una nube aislada que cruza el cielo.
Este es un momento muy relevante, la Concertación ha comunicado formalmente una reingeniería. De buscar una nueva coalición. Lo lamentable del caso es que en el fondo de los textos no se ve lo que la mayoría de los chilenos esperan; intensiones de lucha, expresiones de movilización contra las políticas neoliberales. Que cesen las políticas de mercado para resolver los problemas sociales. Que el futuro de los trabajadores, su calidad de vida tras la jubilación no dependa de la bolsa de comercio, que no se esfumen los ahorros previsionales según exploten las burbujas financieras norteamericanas y europeas. Que las personas puedan curar sus enfermedades en los hospitales, que las personas con cáncer puedan gozar de las drogas efectivas y dejen de mirar con tristeza su velador por que no tienen tres millones de pesos que les cobra la salud privada. Que los pensionados no los estafen con tarjetas que no había solicitado y les descuenten por seguros que nunca habían contratado. Queremos un estado responsable, nuestro estado, que se preocupe de nuestros problemas. Si algún día las grandes corporaciones neoliberales fuesen autónomas en desenvolverse en el mundo desecharan a los estados, y algo de eso sucede ya en algunas partes del mundo. Para rescatar la vida para todos, no solo para quienes por cuna de nacimiento garantizan el resto de su vida en un sistema de comodidades, construido sobre el trabajo y las carencias de otros, se debe desplegar una lucha extensa, diaria, permanente. En Chile necesitamos ya un conglomerado, una coalición, un pacto, como le queramos llamar de naturaleza antineoliberal; allí nadie sobra, muchos son los que falta.
En esa cruzada por la justicia social, con verdaderas libertades políticas, no necesitamos acomodar una imagen de Allende en uno u otro sentido, solo necesitamos una subjetividad honesta, desprejuiciada, abierta a compartir todos los espacios, sin imponer hegemonías, escuchando las voces de las asamblea, llevar conciencia a la gente de lo que sucede en el país, en las empresas, en el sector público, en la educación, la raíz última de las demandas del movimiento estudiantil este año 2011, explicar para escuchar, crecer escuchando a los trabajadores, a la gente del campo, a los ferianos, a los choferes, a las mujeres pobladoras, debemos escuchar a Chile entero, para sacar buenas deducciones y elaborar nuevas inducciones que sinteticen un desarrollo de la necesaria ideología. Y todo esto es bastante, pega, faltan cabezas, manos, con buen estado de ánimo; optimistas, creíbles.
Santiago, 18 de septiembre 2011
Héctor Morales Henriquez
Administrador Público